En el mundo de la arquitectura, una de las preguntas más frecuentes que enfrentan los profesionales es: ¿la asesoría arquitectónica se cobra o no se cobra? Esta duda no solo la tienen los clientes, sino también los propios arquitectos, especialmente aquellos que están comenzando su carrera. En este artículo resolveremos esta incógnita desde un enfoque profesional, económico y estratégico, para que tanto arquitectos como clientes comprendan el valor de este servicio.
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¿Qué es una asesoría arquitectónica?
Antes de entrar en materia sobre si se cobra o no, es importante entender qué implica una asesoría arquitectónica. Este servicio puede abarcar desde una reunión para resolver dudas sobre normativas de construcción, uso de materiales, diseño funcional o estético, hasta recomendaciones sobre trámites, presupuestos, proveedores y viabilidad del proyecto.
A diferencia de un proyecto ejecutivo o un plano, la asesoría es más bien una orientación profesional que, si bien puede ser breve, está basada en años de formación, experiencia y criterio técnico.
El conocimiento también cuesta
Vivimos en una sociedad donde muchos servicios intelectuales o creativos son subestimados. Se suele pensar que si no hay un producto tangible, no debería cobrarse. Sin embargo, el conocimiento arquitectónico es el resultado de años de estudio, especialización y experiencia en campo.
¿Acaso un abogado no cobra por una consulta legal? ¿Un médico por una consulta diagnóstica? Entonces, ¿por qué un arquitecto no debería cobrar por una asesoría que puede ahorrar miles de pesos en errores, multas o malas decisiones?
Tipos de asesoría: ¿cuándo se cobra?
Para comprender mejor el tema, vale la pena clasificar la asesoría en diferentes tipos y ver cómo suele manejarse en cada caso:
1. Primera consulta breve o exploratoria
Muchos arquitectos ofrecen una primera reunión gratuita de 15 a 30 minutos, para conocer el proyecto, detectar si hay interés real por parte del cliente y explicar su metodología. Esta sesión suele ser estratégica: sirve para captar al cliente y ofrecer una probadita de lo que el arquitecto puede aportar.
¿Se cobra? Generalmente no, pero debe tener una duración limitada y un objetivo claro.
2. Asesoría técnica o especializada
Si el cliente necesita ayuda puntual sobre normativas, materiales, trámites o diseño, y no va a contratar al arquitecto para desarrollar el proyecto completo, sí debe cobrarse. Aquí ya se está entregando conocimiento aplicable que puede tener impacto directo en el proyecto del cliente.
¿Se cobra? Sí, como servicio independiente.7
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3. Asesoría incluida en el proyecto
Cuando se contrata al arquitecto para hacer un diseño, los consejos, ideas y orientaciones ya van incluidas en el precio total del proyecto.
¿Se cobra? No como servicio extra, pero sí está considerado en el costo global.
¿Cuánto se cobra por una asesoría arquitectónica?
El precio puede variar dependiendo del país, la experiencia del arquitecto y la complejidad de la consulta. En México, por ejemplo, una asesoría puede rondar entre $500 y $2,000 pesos por hora, aunque algunos profesionales ofrecen paquetes o precios por sesión.
Además, existen arquitectos que cobran por visita (en caso de recorridos al sitio), por estudio de factibilidad o incluso por hacer un diagnóstico preliminar.
¿Cómo comunicarlo al cliente sin perderlo?
Una de las grandes preocupaciones de los arquitectos es cómo cobrar sin espantar al cliente. La clave está en comunicar con claridad el valor que se está entregando. Si el cliente entiende que una buena asesoría puede evitarle errores costosos o decisiones mal informadas, es más probable que esté dispuesto a pagar.
Algunas estrategias incluyen:
- Ofrecer la primera consulta gratis pero con límite de tiempo.
- Tener una tabla de precios clara y profesional.
- Explicar qué incluye la asesoría y cuál es su beneficio real.
- Ofrecer descuentos si posteriormente se contrata un proyecto completo.
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Entonces, ¿la asesoría arquitectónica se cobra o no se cobra? La respuesta es sí, pero depende del tipo de asesoría y del objetivo de la misma. Como arquitectos, es importante valorar nuestro conocimiento y aprender a comunicar su impacto en los proyectos de nuestros clientes.
Ceder constantemente ante la presión de regalar nuestro trabajo solo perpetúa la idea de que la arquitectura es un servicio accesorio. Por el contrario, cobrar con dignidad y claridad no solo profesionaliza la labor arquitectónica, sino que también educa al cliente sobre su valor.
Así que la próxima vez que alguien te diga “solo quiero una orientación rápida”, piensa: tu experiencia es conocimiento, y el conocimiento, también se cobra.
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