La arquitectura no solo es una profesión, también es un estilo de vida que moldea la forma de pensar, de ver el mundo y, por supuesto, de comportarse. Quien convive con un arquitecto sabe que tienen ciertas costumbres, obsesiones y hábitos que parecen repetirse sin importar el lugar o la especialidad. En este artículo hablaremos de las manías más comunes de los arquitectos, esas que los hacen únicos y que muchas veces despiertan curiosidad (o incluso desesperación) entre familiares, colegas y clientes.
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1. Obsesión con las líneas rectas y las proporciones
Para un arquitecto, nada está realmente bien si no guarda una proporción adecuada. Pueden pasar horas ajustando una línea en un plano o moviendo un muro unos centímetros porque “no se ve bien”. Esta búsqueda constante de la perfección visual se convierte en una de sus manías más notorias, y los acompaña incluso fuera del trabajo: ven una fachada mal alineada o un letrero torcido y no pueden evitar incomodarse.
2. Medir todo con la vista
Otra de las manías más comunes de los arquitectos es calcular medidas sin necesidad de herramientas. Basta una mirada para decir: “eso mide tres metros de alto” o “esa mesa tiene 1.20 de largo”. Aunque no siempre es exacto, sorprenden a cualquiera con la precisión de sus cálculos mentales.
3. Criticar los espacios en los que entran
Un arquitecto no puede evitar analizar cada espacio en el que se encuentra: la iluminación, la ventilación, la distribución y hasta los acabados. Ya sea en un restaurante, una oficina o la casa de un amigo, siempre habrá un comentario técnico como: “la luz está mal orientada” o “ese muro sobra”.
4. Dibujo y bocetos en cualquier lugar
No importa si están en una servilleta, una libreta o el margen de una hoja, los arquitectos tienen la manía de dibujar. Los bocetos son parte de su lenguaje, y muchas veces esas pequeñas líneas improvisadas terminan siendo el inicio de grandes proyectos.
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5. Coleccionar materiales y referencias
Mientras otros guardan recuerdos de viajes como imanes o fotos, los arquitectos tienden a coleccionar catálogos, muestras de materiales, fotografías de edificios y cualquier referencia que pueda servirles en el futuro. Su escritorio o librero suele estar lleno de texturas, maderas, piedras o láminas que podrían inspirar el próximo diseño.
6. Hablar con tecnicismos
Otra de las manías más claras es el uso constante de términos como “volumetría”, “plano de corte”, “fachada ventilada” o “concepto espacial”. Aunque para ellos son palabras comunes, muchas veces los demás no entienden lo que dicen y terminan pidiendo traducción al “idioma normal”.
7. Amor por el café y las desveladas
No se puede hablar de las manías de los arquitectos sin mencionar el café. Esta bebida es casi el combustible oficial de la profesión, sobre todo en épocas de entregas y concursos. Acompañado de largas noches en vela frente a la computadora o la maqueta, el café se convierte en parte de la rutina.
8. Vestir siempre de negro
Aunque no es regla universal, muchos arquitectos tienen la manía de vestir de negro o con colores neutros. Este estilo minimalista refleja, de alguna manera, la misma sobriedad que buscan en sus diseños. Además, es práctico, elegante y evita perder tiempo combinando.
9. Tomar demasiadas fotos a edificios
Mientras la mayoría se toma selfies en sus viajes, los arquitectos apuntan su cámara a fachadas, detalles estructurales, escaleras o ventanales. Documentar la arquitectura del lugar es una de sus manías favoritas y no importa si los demás no entienden el interés en “una puerta vieja” o “un muro de piedra”.
10. Soñar con proyectos imposibles
Por último, una de las manías más entrañables de los arquitectos es imaginar proyectos que tal vez nunca se construyan, pero que viven en su mente o en sus bocetos. Soñar con estructuras futuristas, edificios flotantes o casas con diseños imposibles es parte de su forma de ver el mundo.
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Las manías más comunes de los arquitectos son un reflejo de la pasión con la que viven su profesión. Desde la obsesión con las proporciones hasta la costumbre de criticar espacios, todas forman parte de una manera de pensar y de sentir el diseño. Y aunque a veces puedan parecer excesivas, son justamente estas características las que hacen que los arquitectos marquen diferencia en la forma en que habitamos el mundo.
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